martes, setiembre 06, 2005

El Loro - Parte Dos-palitos

Juanelo Vílchez Chunga había demostrado tener desde pequeño una mente sobresaliente. Tal vez no lo suficiente para su propio bien. Desde que dio las primeras muestras de su potencial en bruto fue observado con mucho cuidado, y su crecimiento calculado al milímetro por la Agencia de Contención y Control de Casos Muy, Muy Particulares y Legalmente Ambiguos. Como entenderán, la escasez de casos muy, muy particulares y legalmente ambiguos, no le permite a la Agencia tomarse el lujo de tener cientos de agentes, cada uno preparado para algún caso muy, muy particular en particular. Un negocio de este tipo necesita un nivel de especialización distribuido entre tan poca gente que no se veía desde el Renacimiento, y por eso era tan necesario para ellos reclutar a gente como Vílchez, capaces de acumular conocimientos casi sin límites para enfrentar cualquier situación que se presente.

En otras palabras, Vílchez y su compañero eran un par de enciclopedias andantes con muy mal genio y muchas municiones. Y cuando los dejamos estaban a punto de aplicar sus conocimientos de primeros auxilios ornitológicos para resucitar a un loro que puede como puede que no tenga algún potencial como mascota deportiva.

- ¡Se nos va el conchesumare, saca el taser!
- ¿Y si se nos hace loro broster? Está muy chiquito, no va a aguantar tanta corriente... Las linternas, sácales las baterías. Vamos a armar un desfibrilador al vuelo.
- ¡Que no hay tiempo! ¡Zape, trae pa'cá!

Algo que ni en las mejores agencias de control y... bueno, todo eso, no te enseñan es lo que pasa cuando le disparas un arma taser calibrada en 50 kilovoltios a un psitácido de 800 gramos. La escena es más que perturbadora, viendo al pobre pájaro aleteando de puro reflejo, convulsionando realmente, con las plumas humeantes pero extrañamente no chamuscadas. Imagíinenselo como una marioneta de mano controlada por un tío con Parkinson, artritis y a quien le estén haciendo cosquillas con el resto del cuerpo inmovilizado. Y si no creían que en realidad se podía ver el esqueleto de un electrocutado, estaban equivocados.


En fin...

- Vílchez...
- ¿Qué he hecho?
- Lo has salvado, huevón, no sé cómo pero el loro ya respira de nuevo.
- ¿Reflejos?
- Mmmm... no tiene dilatación en las pupilas, y no responde al dolor. Debe seguir literalmente en shock.

*BZZZZT*
*BZZZZT*
*Vílchez, ¿cómo está el huésped? Cambio*

...

*BZZZZT* *Vílchez, responde. ¿Está bien el loro?*

...
- Err.. sí señor, lo que pasaba es que... la... la radio se me habia quedado en el baño. Todo correcto. Hemos dejado al loro durmiendo, señor. Repito. El loro está dormido. Cambio.
*BZZZZT* *Pues despiértalo ya, Vílchez, ya tenemos reunido al focus group. Vamos a probar la última esperanza del loro y lo queremos bien despierto para probar *BZZZT* por ciento nuestra estrategia del picotazo*
*BZZZZT* *Repito, lo quiero al cien por cien en veinte minutos. Veinte minutos, Vílchez, vamos a mandar un carro a traerlos. Cambio*
- Jefe, ¿y si no se despierta? Es un animal, no podemos despertarlo tan fácil, así como así. Cambio.
*BZZZZT* *Ustedes son los expertos. Cambio y fuera*
- ¿Y si no lo tenemos al ciento por ciento?
*BZZZZT* *¿Por qué no? ¿Qué ha pasado? Óyeme bien, como le haya pasado algo a ese pájaro mientras aún nos sirva...*
- Señor, está todo bajo control.
*BZZZZT* *Pues a mí no me parece, no me quieras huevear, que para eso no te pago. Arréglate con lo que hayas hecho, pero quiero a mi perico acá en quince minutos. Repito, ¡quin-ce-mi-nu-tos! Tráemelo aunque sea pepeado, pero lo quiero entero aquí*
*BZZZZT* *Cambio y fuera*