martes, mayo 08, 2007

No seguiré este camino

El nombre Camino de Vida no me decía mucho. Al menos no sonaba como esas organizaciones “cristianas” de autoayuda que con sólo nombrarlas tienes las miradas de tus patas encima por haberte referido a esas comunidades a las cuales nadie quiere pertenecer: Centro Victoria, Pare de Sufrir, Los mormones o incluso – acá en Lima pasa bastante – al Opus Dei.

Pues les cuento que, el fin de semana que pasó, tuve la experiencia de acompañar a unas amigas (Liliana, Pilar y Jenny) a un domingo de conciertos cristianos en La Molina. Y lo curioso del asunto es que desde el día anterior, cuando me enteré de nuestra visita a Camino de Vida - y ya informado que era una comunidad cristiana con pastores y gente alzando las manos, cerrando los ojos y llorando como malos actores de telellorona mexicana - mi ánimo cambió y la ansiedad porque llegara el domingo se hacia cada vez más fuerte.

Mis amigas, grandes amigas mías antes de llegar a acoplarme a la comunidad mangache (en la cual me siento representado y representante por estos lares capitalinos) decidieron que debía ir con ellas porque me iba a gustar, porque eran chéveres las canciones y porque iba un montón de gente. Esos fuertes argumentos fueron la excusa para que yo no objetara las intenciones de ir con ellas al recinto cristiano que iniciaba sus predicas a las 9 de la mañana.

Las sorpresas

Aquí les relato las postales curiosas que casi todos vemos por canales como el 33, 34 o 35 (creo que son esos en cable mágico y no sé como chucha me los memoricé).

Primero: el vigilante de la entrada recibe a todos con un palmotazo en el hombro y con un “Adelante amigo, qué tal compadre o cómo estás hermano” – a mí me dijo “Bienvenido” lo cual me hizo suponer que conocía a todos porque no escuche que se lo dijera a nadie más -.

Segundo: Dentro del recinto y antes de entrar al inmenso auditorio - semejante al coliseo Jerónimo y Jaime pero con el fashion design de los auditorios chick de La Molina – ubicamos una feria de stands dedicados a la autoayuda, al “Infinite Value”, a dar abrazos y Muchas ganas de sonreir, abrazar y traer frescura a la iglesia”, que ofrece la iglesia de Robert Barriger. Me sorprendió no encontrar nada de Paulo Coelho (parece que hasta los cristianos quieren quemar sus libros y no lo pueden ver)

Tercero: lo maravilloso del espectáculo y la parafernalia empleada es avasallante. Todo un complejo de estudio televisivo. Circuito cerrado, grabación con 4 o 5 cámaras semi-profesionales PD-170 (como las de los Traxxo pero más nuevas) transmisión en directo por internet (www.caminodevida.com), una consola de 48 canales de audio. Switcher informal pero en vivo y en edición Final Cut (Pc’s Machintosh con procesadores G5) y un escenario con más de 30 luces multicolores, un tecladista, un violinista y una clarinetista (los tres chinos) completaban el conjunto coral de la iglesia (que es la mayor atracción del evento).

Cuarto: Es Verdad!! No sé por qué (pero me lo preguntaba incluso cuando estaba frente a ellos) los pastores son gorditos rechonchos americanos, igualitos a los de las películas para televisión que daban en el 4 pasadas las 3 de la mañana y que ahora dan en el 9.

Cinco: Es verdad!! Casi todos - mis amigas y yo éramos los únicos que no lo hicimos – levantaban la mano derecha, imitando el estilacho impuesto por Pare de sufrir (y por Hitler para su saludo personal) y cerraban los ojos frunciendo el entrecejo lamentándose y cantando las canciones lideradas por la señora Barriger, cuerazo de antaño y esposa del pastor, que cantaba siguiendo la letra proyectada a ambos lados del escenario en 2 pantallas gigantes tipo verbena de ingeniería (no digo de comunicación porque la de ingeniería es la más llena que hay y así pintaba esta ceremonia religiosa, repleta)

El sermón es el de siempre

Los cantos son el intro de la ceremonia. Una ceremonia nada convencional, nada parecida a las aburridas y fatigadas misas de domingo que la gente escucha en una iglesia, acá el pastor viste como tú o como yo, siempre hay una música de fondo mientras habla; además – hay que ser sinceros – sabe lo que es el marketing de su iglesia, el asunto de ir de la mano con las comunicaciones, de hacer un discurso bastante juvenil y atractivo – usa constantemente términos como “Chévere” y “bacán” (y sobre todo sabe usarlos, no suena como un Requejo o un Ramírez tratando de quedar bien en clase) - pero al final el discurso es el ya conocido: el exagerado espíritu de liderazgo y la petición de financiamiento para su iglesia – ellos consagran el diezmo por lo menos 3 veces en una misma “misa” y lo recalcan a más no poder de la mejor manera de persuasión.

Dentro de la parte formal de la ceremonia; donde el pastor habla y pide el dinero para financiar el alquiler del “templo” y costear los pasajes del ministro invitado este año, hay una parte que me llamó la atención – y mucho más cuando una de mis amigas se unió a dicho acto -. El pastor invita a sus ministros, por llamarlos de alguna forma, a pasar delante y recibir en sus brazos a las personas que necesitaban ser escuchadas por alguien o requieren de algún consejo o de alguna palabra de aliento – eso me sorprendió de mi amiga, porque pensé, junto con las otras dos que me acompañaban, que nosotros la escuchábamos realmente, que nosotros éramos sus confidentes y sus consejeros, pero ¿¡qué pasó!?.

Luego de la larga sesión de confidencia entre ministros y personas creyentes, todo acompañado por canciones repetitivas del mensaje de Jesús y de su amor infinito hacia él, hay un tanteo del pastor acerca de cómo crece su iglesia. Pide muy amablemente que levanten la mano los primerizos –osea los que acuden por primera vez a Camino de Vida -. Mi mano es instantáneamente alzada por mis amigas, que nada solapas dieron cuenta a todos que yo estaba ahí por primera vez y sentado en 3ra fila central del inmenso auditorio. Acto seguido, varios palmotazos de la fila posterior caen en mi espalda pero no me atrevo a mirar, ya no quiero estar ahí; me asusta la calidez de la gente y me asusta más que me guste el encantamiento de la parafernalia cristiana montado exclusivamente para mi, para los nuevos que llegan acompañando amigas de toda la vida, que cambiaron sus vidas pero que conmigo son iguales a las de hace 8 años. Ahora no deseo estar ahí, espero terminar la ceremonia e ir a almorzar, que ellas vuelvan a ser las mismas y no me pasen la biblia resaltada y marcada con ‘post its’ en las partes importantes que tengo que leer y que por favor la música se detenga y ese gordo encantador que habla sobre la tarima se vaya a su país y me devuelva a mis amigas que perdí apenas entre a ese salón. Y ruego que por más “chévere” que la pasemos en la primera media hora, no me vuelvan a llevar a Camino de Vida, que se parece tanto a mis sermones de Tallanes y a mis tertulias de Las Norias pero con un mayor conocimiento del consumidor, un eficaz manejo de marketing y una manera más solapa de pedir limosnas.