lunes, enero 29, 2007

buenos días perú

lo que más odiaba cuando era chibolo, era el tener que levantarme temprano para ir al colegio –peor aún si era lunes y me había quedado hasta tarde viendo la serie rosa-. mi mamá era experta en prender la luz justo cuando, en mis sueños, iba a agarrar con la chica que me gustaba o me iba a ganar la tinka. el escuchar “¡mauricio ya despiértate!” con la musiquita de buenos días perú de fondo, me hacía pensar en lo lindo que sería ser hemipléjico o ciego para no tener que ir a ese horrible lugar. tanto me aferraba a mi cálido y confortable capullo de sábanas que, para sacarme de él, mi señora madre tenía que recurrir a técnicas infrahumanas como tirarme agua o encender la licuadora para preparar el jugo del desayuno.

el alimento más importante de mi día consistía en un vaso de jugo de naranja con papaya y una taza de leche bien cargada de café. como mi estómago aún seguía durmiendo –quien como él- nunca pude digerir bien los alimentos tan temprano y, por eso, ni me atrevía a embutirme un pan. aparte sólo tenía 8 minutos antes de que llegue la movilidad así que ni pensar en un cague.

la combi llegaba a las 7 de la mañana –viejo de mierda que me recogía primero y me dejaba al último-. ya en la carretera –mi colegio quedaba en las afueras de chiclayo- iba tomando conciencia del mundo real. durante el día iba metiendo mis cabeceadas hasta que llegaba el recreo de las 10, momento en que, mientras el resto jugaba fútbol, yo continuaba mi sueño de protagonista de la serie rosa. lo peor de todo es que, como no digería bien el desayuno, me daban unos dolores de barriga bien chingaos. yo sufrí mucho siendo escolar.



narro esta historia porque temprano en la mañana de hoy lunes 29 de enero del 2007, a más de 4 años de haber salido de colegio, inconscientemente le dije a mi tía. “mamá no jodas, déjame faltar hoy día al cole”.



*no sé por qué chucha tengo que dar explicaciones si puedo escribir lo que me da la soberana gana en este blog*